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martes, 27 de septiembre de 2011

Un día poco convencional (decisiones)

El lunes 26 de septiembre, como de costumbre me levanté a las 5:50 AM, dispuesto a iniciar mi semana laboral.


Además de la normal lucha por levantar a mis dos hijos (David, 9, y Mauricio, 5) para que se alisten para ir al colegio, el día sólo tenía un amago de lluvia, algo normal por estos meses del año.


Salí a las 7:35 para la oficina, tomando la ruta acostumbrada, la cual está plagada de desniveles y grietas (un balanceo de llantas más una alineación vehícular no dura más de 1 semana en esta grata ciudad), y como a las 7:45 alcancé la concurrida vía 40.


Estaba lloviznado tenuemente por lo que decidí tener mucha precaución a la hora de tomar esta fluida vía, la que entre otras cosas sólo debo recorrer por espacio de 1 larga cuadra para poder hacer un arriesgado -pero totalmente permitido- giro y alcanzar la puerta de acceso al parqueadero de la empresa.


Lo particular es que dos minutos antes de alcanzar la vía 40, estuve a punto de girar a la izquierda para tomar una ruta alterna que me evitaría tomar el citado y cuasi kamikaze giro.  Dos segundos demoré en tomar la decisión. Lo cierto es que por los azares de la vida, y seguramente una compleja decisión divina, opté por no desviar y seguir directo a la popular vía.


El punto es que al estar en la vía 40, poco antes de tomar el giro, tomé como siempre mis precauciones: puse mi luz lateral izquierda, miré por el retrovisor superior, y al estar todo en "orden" empecé a desacelerar.  La sorpresa es que cuando me disponía a realizar el giro escuché un estruendo, y a los dos segundos (espero mi cronómetro biológico no se haya descompuesto) sentí un leve empujón a mi vehículo.  Oh sorpresa: había un choque colectivo, en el que yo estaba como centro delantero.  Afortunadamente no pasó a mayores: el bumper trasero de mi querido y agradecido Hyundai sufrió un rayón -ciertamente el leve toque con el carro de atrás le levantó una costra de pintura y base de unos 10 cm de diámetro), y no hubo heridos.  A nivel de daños la camioneta primeramente impactada por el bus, y el carro que a su vez a mi me golpeó, seguramente no podrán decir lo mismo.


La causa?  Un temerario conductor de bus de transporte empresarial (paradójicamente tenía como destino la empresa donde laboro) no frenó a tiempo, impactando una camioneta de furgón, la que a su vez impactó un automóvil, quién por inercia me rozó a mi.


Desiciones... Una de dos segundos.

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